jueves, 16 de febrero de 2012

Un evento inesperado


Era una fría noche de enero. La lluvia no paraba y sentía que mi cuerpo no respondía. Postrada en una cama, mi alma sosegada no encontraba destino alguno; tanta era la soledad que deseaba que las  gotas de lluvia recorrieran mi cuerpo; a veces el peso de la soledad es tan insoportable que no hay  más salida que la ficción. De ahí que la literatura no es más que un mecanismo que tiene el ser humano para vencer a la muerte.

Y yo en mis fantasías, me  levanté y me dirigí a la ventana, la abrí y saqué la mano. Sentí la lluvia más cálida de lo normal y le pregunté: “¿Por qué todos te huyen?” “¿Por qué  todos dejan de hacer actividades cuando llueve?”


Era un sábado algo extraño, como si el mundo hubiera cambiado de un día para otro. Cada segundo que pasaba era una eternidad, sentía que no había un tiempo y un espacio  que todo giraba en torno a una simple cama.

De un momento a otro sentí la cerradura de una puerta, sentí el paso lento de alguien, como si estuviera dirigiéndose a mi habitación. El temor me atrapó, no sabía cómo reaccionar, ese paso se hacía cada vez más cercano, se oía su respiración y la lluvia se hacía cada vez más fuerte. De un momento a otro sentí que esos pasos se iban desvaneciendo, como si aquel sujeto hubiera desaparecido.

Pero al rato lo volví a sentir, cuando de repente la puerta de mi cuarto empezó a abrirse lentamente. Empecé a sentir  un nudo en la garganta, observaba una sombra: era ese sujeto con un cuchillo en su mano;  mi miedo aumentó. La lluvia no paraba, se hacía cada vez más fuerte, pensaba en que ella era la culpable de todo, de que esa lluvia había provocado todo esto. Sentía la muerte cada vez más cerca, era obvio, alguien quería hacerme daño. 

Temblaba, no quería morir, y justo cuando pensé que había llegado el momento,  sentí un fuerte dolor en mi cuerpo. Ese hombre, ese sujeto, me apuñaló. Sentía que me iba, que mi cuerpo se desvanecía cada segundo que pasaba, el dolor era intenso e insoportable. Y esa lluvia, esa maldita lluvia era la culpable de que todo esto estuviera pasando. Finalmente, cuando ya no sentía nada, de repente….Dejó de llover.







No hay comentarios:

Publicar un comentario