miércoles, 21 de marzo de 2012

El día que envenenaron a chiquinquirá


El sábado 25 de noviembre de 1967 ocurrió una tragedia en Chiquinquirá  todo un pueblo resultó afectado debido al envenenamiento con folidol del pan que día tras día consumían estas personas en la panadería Nutibara.

Esa mañana, como se acostumbraba, se compraba el pan para el desayuno. De un  momento a otro al centro hospitalario de este pueblo empezaron a llegar centenares de personas intoxicadas.

Unas no sobrevivieron como algunos de los hijos de Luis Tirso García, este no se encontraba en su hogar estaba en Bogotá con su esposa muy enferma.

Amparo, su hija, de diez años, empezó a sentirse mareada, pero nunca se llegó a imaginar que estaba intoxicada su hermano Luis Carlos, el menor, se tendió en el corredor, y María Josefa, de diecisiete años, la mayor, empezó a gritar pidiendo auxilio. Una vecina los escuchó y los montó en un taxi llevándoselos al hospital.

Para Aurelio Fajardo, el dueño de la panadería, la noticia fue como un garrotazo salió gritando por todas las calles, diciendo que no comieran pan que estaba envenenado.

José Antonio  Vargas, médico de la Secretaría de Salud de Boyacá, viajó a Chiquinquirá inmediatamente que se enteró de la noticia.

A las diez de la mañana de aquel día se contaban ya varios muertos y más de 200 personas internadas. García, al enterarse de esta noticia, contrató un taxi para ir a ver a sus hijos.
En la radio, decían que ya iban treinta personas muertas; Tirso se preguntaba si entre esas estaban algunos de sus siete hijos. Desgraciadamente sí, Se encontraban tres de ellos, los varones: Luis Tirso, de diez años Jorge Eduardo, de seis, y Luis Carlos de cinco.
A Nohra, de siete años, por el afán de los médicos, le habían dado de baja pero tiempo después, una señora notó de que la niña respiraba levemente, una hora antes al haber sido declarada muerta, le aplicaron la inyección de atropina, el antídoto del folidol. Minutos después reacciono y la llevaron al pabellón de los más graves.

Blanca Neira, una concejal, no corrió con la misma suerte: duro ocho días en grave estado por haber recibido el antídoto sin veneno.

Numerosos médicos llegaban de Boyacá a atender a los enfermos, mientras que por otro lado los sacerdotes colocaban los santos óleos, uno que recibió la santa unción fue Tomás Alfonso Romero, peluquero de 50 años quien estuvo prácticamente muerto veinticuatro horas. De esta familia solo una persona no paró en el hospital Blanca Helena, de siete años, que le notó un amargo sabor al pan y lo boto a la caneca. La hija de romero, de nueve meses, comió un pedazo con colaciones y la única que murió fue la bebé.

Muchas otras personas fueron desafortunadas, como el caso de Miguel Ortegón de nueve hermanos, murieron tres.

El sepultero Jesús Moreno, no fue suficiente y por eso ese día contrataron tres obreros más, hasta necesitaron la ayuda de algunos soldados. El sábado y el domingo abrieron muchas tumbas: después de que enterraron a los 65 muertos, quedaron diez huecos más, por lo que Jesús pudo descansar.

1972, Cinco años después las cosas cambiaron, ya no funcionaba ninguna panadería, en este lugar vivía la familia Salinas, muy alegre por cierto.
Edificios nuevos, se demolieron muchas casas y negocios, muchas de las personas se fueron de Chiquinquirá y se instalaron en Bogotá.

Muchos niños quedaron con traumas sicológicos, se sentían muy enfermos, poco se habla de lo que ocurrió ese 25 de noviembre.



El Ministerio debido a la tragedia señaló varias condiciones con el folidol pero lastimosamente no se cumplía, decían que se expandía mucho que “se vendía como pan”.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hola Juliana!
    Leí tu publicación y quisiera saber si los personajes que has nombrado fueron sacados de la actualidad, de la realidad! Te lo agradecería.

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    1. Si, mi mamá presenció esa tragedia, tenía 7 años y ella y sus 6 hermanas sobrevivieron y se llevaban con varias de esas personas.

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